jueves, 27 de marzo de 2014

Hoy a la mañana mientras volaba de Galicia a Madrid (como tantas veces habrá hecho el protagonista de la entrada del blog que mostraré a continuación),  leí un escrito de Alejandro de la Sota de su libro "Escritos, conversaciones y conferencias" que hizo despertarme y continuase leyendo con atención sus palabras.
La entrada del blog de hoy va dedicada al arquitecto Alejandro de la Sota, nacido en Pontevedra en 1913 y fallecido hace 18 años en Madrid.
El escrito decía lo siguiente:

"A estas alturas puedo pensar por qué no recuerdo haber sentido la necesidad de poner un solo frontón en mi vida consciente de arquitecto (llamo vida inconsciente a la que corresponde a cuando los dibujaba). También llamo frontones a tantas y tantas formas de la arquitectura clásica.
Un buen día dejé de trabajar y procuré pensar libremente en lo que hacía y se hacía. Ese mismo día empezaron a desprenderse tantos añadidos que a cualquier pensamiento serio sobre arquitectura se abrazaban, se pegaban como auténticas lapas, crustáceos. El resultado limpio era atractivo y pensé que también podía llamarse Arquitectura, tal vez arquitectura, y disfruté con esa "a" minúscula, ya que me bastaba para resolver los problemas que siempre la arquitectura tuvo que resolver: ordenación del mundo en donde desarrollamos nuestra vida.
Resultaba, además, que la limpieza obtenida sin crustáceos exigía, por sí y para sí misma, un cuidado muy grande en planteamientos, en claridad de esquemas, hasta en composición, y que exigía también una delicadeza y una fina sensibilidad que, tal vez, la Arquitectura al uso podía saltarse ya que luego podría ser tapado un no tan puro arranque".



Al igual que tú, por un momento disfruté de la "a" minúscula, y me impresionó saber que discurrí por obras representativas tuyas como el Pabellón Municipal de Deportes de Pontevedra (aun así cuando todavía no tenía ojos de arquitecto, solo de mero espectador).

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