Hoy a la mañana mientras volaba de Galicia a Madrid (como tantas veces habrá hecho el protagonista de la entrada del blog que mostraré a continuación), leí un escrito de Alejandro de la Sota de su libro "Escritos, conversaciones y conferencias" que hizo despertarme y continuase leyendo con atención sus palabras.
La entrada del blog de hoy va dedicada al arquitecto Alejandro de la Sota, nacido en Pontevedra en 1913 y fallecido hace 18 años en Madrid.
El escrito decía lo siguiente:
"A estas alturas puedo pensar por qué no recuerdo haber
sentido la necesidad de poner un solo frontón en mi vida consciente de
arquitecto (llamo vida inconsciente a la que corresponde a cuando los
dibujaba). También llamo frontones a tantas y tantas formas de la arquitectura
clásica.
Un buen día dejé de trabajar y procuré pensar libremente en
lo que hacía y se hacía. Ese mismo día empezaron a desprenderse tantos añadidos
que a cualquier pensamiento serio sobre arquitectura se abrazaban, se pegaban
como auténticas lapas, crustáceos. El resultado limpio era atractivo y pensé
que también podía llamarse Arquitectura, tal vez arquitectura, y disfruté con
esa "a" minúscula, ya que me bastaba para resolver los problemas que
siempre la arquitectura tuvo que resolver: ordenación del mundo en donde
desarrollamos nuestra vida.
Resultaba, además, que la limpieza obtenida sin crustáceos
exigía, por sí y para sí misma, un cuidado muy grande en planteamientos, en
claridad de esquemas, hasta en composición, y que exigía también una delicadeza
y una fina sensibilidad que, tal vez, la Arquitectura al uso podía saltarse ya
que luego podría ser tapado un no tan puro arranque".
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